El caserío de Ceceda. Casas, hórreos y paneras, bebederos, fuentes y murias
Ceceda ha sabido conservar y proteger el ambiente típico de un pueblo asturiano con sus viviendas rústicas y casonas solariegas de estilo colonial construidas por emigrantes que emigraron a América. A la belleza del medio natural se añade las de las construcciones del caserío escabechero junto a hórreos y paneras (construcciones centenarias en algunos casos) bebederos –hoy sin vacas que los visiten-,fuentes, como la muy antigua de la Fuente Viella restaurada en 1995- y murias artesanales de piedra que resisten el paso del tiempo; y como no, los monumentos del patrimonio ya mencionados con la capilla de Santa Lucía, la iglesia parroquia de San Miguel o el puente Raicéu.
Muchas de la casas de aldea han sido restauradas y acondicionadas y adaptadas a las comodidades de los nuevos tiempos desapareciendo muchas de las funcionalidades derivadas de las ocupaciones agrarias y ganaderas como es el caso de cuadras y tenadas. Algunas han sido reconvertidas para el turismo rural.
Pero si en algún lugar reside el pasado más remoto de la aldea es en los hórreos que han sobrevivido bien conservados, quinta esencia de sus orígenes labriegos y campesinos. La construcción de hórreos y paneras ha sido una de las actividades que ha generado todo un repertorio de trabajos artesanos desde tiempos remotos. Andrés Martínez Vega habla de que en Nava se conservan más de trescientas construcciones de este tipo, cien de ellas calificadas como paneras. Algunas pertenecen a los siglos XVII y XVII. En Ceceda se conservan 41.
El hórreo asturiano es un granero de madera levantado sobre unos pilares que lo aíslan del suelo. Dentro se pueden guardar el grano, las frutas y hortalizas, la matanza y aperos agrícolas. Además bajo él y protegidos de la lluvia, se suelen encontrar también el carro, el arado o la leña recogida para el invierno. Los densos bosques asturianos siempre han proporcionado suficiente materia prima para construirlos, casi siempre de castaño o roble. Está compuesto por un cuerpo de forma cúbica cerrado por tablas verticales y con un techo a cuatro aguas que puede ser de teja, pizarra o paja de centeno, dependiendo de la zona, pero siempre rematado en un pico. Se alza sobre cuatro o seis pies (pegoyos) de piedra o madera con forma de pirámide truncada de cuatro caras. Entre estos y la base se colocan unas losas horizontales (las muelas) que impiden subir a los roedores. Se accede al hórreo por medio de una escalera de piedra (patín) separada a cierta altura del hórreo. La puerta de entrada está orientada al este o al sur con el fin de evitar las inclemencias del tiempo y en la pared opuesta existe otra con el fin de poder crear una corriente de aire que ventile el interior del hórreo cuando se precise.
El caserío tradicional de Ceceda mantiene en parte su estructura tradicional como es el caso de las casas de la Capilla. Edificaciones originales del siglo XVIII: en el piso de abajo se abre la puerta principal, adintelada , y pequeños ventanales cuadrados, siendo ocupado el espacio de la fachada superior por corredores.
Veamos como nos describe Pin Ureta lo que podría ser una típica casa de aldea de Ceceda en los primeros años del siglo XX. Las casas solían ser de planta baja y piso: en la planta baja la cocina era el centro de la vida familiar, con su fornu o llar y, en casos privilegiados la cocina bilbaína, los escaños y tayueles, el medio casa con los aperos de labranza y la puerta –abierta de día, cerrada sólo de noche- con “el furacu de les pites” que también utilizaban los gatos y les madreñas a la entrada. Arriba los cuartos con ventanuco y catre o cama de hierro con jergones de ramas de maíz o lana y sus sabanas hiladas a mano, le baúl de la ropa blanca, los retratos de familiares y cuadros y litografías de santos. Y el corredor en el que secaba la cosecha y la ropa y anidaban las golondrinas. Los candiles daban paso a la tenue luz de alguna bombilla eléctrica
Además, como prototipo de la arquitectura de finales del siglo XIX destaca la casa de Juan Antonio Llamedo, la Casa Nueva. Está formada por dos construcciones adosadas muy diferentes entre si. La que da al sur de gran sobriedad ornamental es el edificio original, mientras que la que da al norte, construida quince años más tarde, es de estilo modernista donde destacando su decoración floral y los trencadis (especie de mosaico realizado con fragmentos cerámicos unidos con argamasa). La verja también tiene influencia modernista del Art Nouveau.
Para saber más…
Diseño para construir un hórreo
Excelentes fotos e interesante post sobre este pueblo tan típico de Asturias.